y bajo aquella forma, fué á colgarse de un granado en flor.
Entonces el maghrebín entró á ver al sultán, padre de la princesa, y después de las zalemas y cumplimientos, le dijo: «¡Oh rey del tiempo! Vengo á pedirte una granada, porque la hija de mi tío está encinta, y su alma desea vivamente una granada. Y ya sabes el pecado que se comete al no satisfacer los antojos de una mujer encinta.» Y el rey se asombró de la petición, y contestó: «¡Oh hombre! La estación actual no es la estación de las granadas, y los granados de mi jardin no han florecido hasta ayer.» El maghrebín dijo: «¡Oh rey del tiempo! ¡si no hay granadas en tu jardín, córtame la cabeza!»
Entonces el rey llamó á su jardinero mayor, y le preguntó: «¿Es verdad ¡oh jardinero! que hay ya granadas en mi jardín?» Y el jardinero contestó: «¡Oh mi señor! ¿Es la estación de las granadas la estación actual? Y el rey se encaró con el maghrebin, y le dijo: «Vaya, has perdido la cabeza...»