«¡A la que está por encima de todas las bellas de cuerpo de plata, y el arco de cuyas cejas es un sable entre las manos de un guerrero ebrio!
»¡Oh mujer encantadora, cuya frente, semejante al planeta Zohra, excita la envidia de las bellezas de la China! El contenido de tu carta aviva las heridas de mi corazón aislado, que palpitará por ti mientras aparezcan granos de belleza en el rostro de la luna llena.
»En mis heridas ha caído una chispa de tu corazón, y el relámpago de mi deseo ha brillado sobre tus mieses. Sólo quien ama conoce el encanto que se experimenta en consumirse. Y heme aqui como un pollo á medio degollar que se arrastra por el suelo día y noche, y no tardará en perecer si no se le remata pronto.
»¡Oh Cara de Lirio! No cae sobre tu rostro el velo, sino que tú misma eres ese velo para ti misma. Sal de ese velo y avanza. Porque es el corazón cosa admirable, y no obstante su exigüidad, el Creador ha establecido en él Su morada.
»Pero ¡oh encantadora! no debo hablar con más claridad ni confiar más secretos á mi cálamo, ya que no debe admitirse el cálamo en el harén de los secretos de amantes.»
Luego el príncipe Nurgihán dobló la carta de amor, la puso el sello de sus ojos, y se la entregó á la joven portadora, encargándole que dijera de viva voz á su señora Cara de Lirio las cosas delicadas