manifestar á su amigo todo su reconocimiento, se inclinó para besarle la orla del traje. Pero el generoso Alí se defendió de ello vivamente y besó á Maruf entre ambos ojos, y continuó charlando con él de unas cosas y de otras, relativas á su pasada infancia, hasta la hora de dormir.
Y al día siguiente, Maruf, vestido con magnificencia y ostentando toda la apariencia de un rico mercader extranjero, montó en una soberbia mula baya, ricamente enjaezada, y se presentó en el zoco á la hora indicada. Y entre él y su amigo Alí tuvo lugar con toda exactitud la escena convenida. Y todos los mercaderes quedaron llenos de admiración y de respeto por el recién llegado, sobre todo cuando vieron al ilustre mercader Alí besarle la mano y ayudarle á apearse de la mula, y cuando le vieron á él mismo sentarse con gravedad y lentitud en el sitio que de antemano le había preparado su amigo Alí delante de la nueva tienda. Y fueron todos á interrogar á Ali en voz baja, diciéndole: «¡Indudablemente, tu amigo es un mercader ilustre!» Y Alí les miró con conmiseración, y contestó: ¡Ya Alah! ¿decís un mercader ilustre? Pero si es uno de los primeros mercaderes del Universo, y tiene en el mundo entero más almacenes y depósitos de los que el fuego podría consumir. Y á su lado yo mismo no soy mas que un ínfimo buhonero. Y sus asociados y sus agentes y sus oficinas son numerosos en todas las ciudades de la tierra, desde el Egipto y el Yemen hasta la India y los límites extremos