Y el caso es que, cuando se retiraron todos y Maruf se encontró solo en presencia de su esposa la joven princesa, acostada perezosamente bajo el mosquitero de seda, se sentó en el suelo, y golpeándose las manos una contra otra, aparentó ser presa de violenta desesperación. Y como permaneciera en aquella actitud sin moverse, la joven sacó la cabeza por el mosquitero...
PERO CUANDO LLEGÓ LA 964.ª NOCHE |
Ella dijo:
...la joven sacó la cabeza por el mosquitero, y dijo á Maruf: «¡Oh mi hermoso señor! ¿por qué te quedas ahí lejos de mí, presa de la tristeza?» Y lanzando un suspiro, contestó Maruf con esfuerzo: «¡No hay recurso ni poder mas que en Alah el Todopoderoso!» Y ella le preguntó, emocionada: «¿A qué viene esa exclamación, ¡oh mi señor!? ¿Me encuentras fea ó contrahecha, ó acaso es otra la causa de tu pena? ¡El nombre de Alah sobre ti y alrededor de ti! Habla y no me ocultes nada, ¡ya sidi!» Y Maruf contestó, lanzando un nuevo suspiro: «¡Todo esto, ya lo ves, es culpa de tu padre!» Y ella preguntó: