suelto el problema?» Y contestó él: «¡El hamdú lilah! ¡Loor ȧ Alah, que me ha iluminado! ¡Oh hija de gentes de bien! Podías haberme hecho una pregunta un poco más difícil, porque esa está resuelta sin dificultad. Y todo el mundo sabe que el zib del hombre de quince á treinta y cinco años es parecido á un hueso; de treinta y cinco á sesenta, se torna semejante á un nervio; y después de los sesenta, no es mas que un pedazo de carne sin consecuencia.»
Pero mi esposa, que conocía muy bien á la joven y estaba enterada de cuánta era su inteligencia, adivino lo que había pasado, y dijo al kadi con cierta burla: «No tiene mas que catorce años y medio tu hija; pero su cabeza tiene el doble ó más. ¡Enhorabuena, enhorabuena! ¿Adónde irá á parar si sigue así? ¡Ualahi, muchas mujeres profesionales no sabrían tanto! Tiene una disposición excelente para las ciencias, y está asegurado su porvenir.»
Y á continuación me hizo seña de que abandonara la sala de las sesiones de justicia, dejando al kadi pasmado, absorto y cubierto de confusión, en presencia de toda la concurrencia, hasta el fin de sus días.»
Y tras de hablar así, el segundo capitán de policía se retiró á su fila. Y el sultán Baibars le dijo: «¡Los misterios de Alah son insondables! ¡Esa historia es una historia asombrosa!» Entonces avanzó el tercer capitán de policía, que se llamaba Ezz Al-Din, y después de besar la tierra entre las manos