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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

de empezar con una mentira y terminar con una mentira!»

Y el pescador, al oir aquello, dijo al visir: «¿Nada más que eso? ¡Por Alah, no es mucho pedir! Sin embargo, hasta ahora no sabía yo que los niños de ocho días pudieran hablar, y hablar para contar historias que empiecen con una mentira y terminen con una mentira, aunque esos niños sean hijos de efrits.» Y el visir contestó: «¡Calla! La palabra y el deseo del rey han de cumplirse. Te damos para ello un plazo de ocho días, al cabo de los cuales, si no traes al niño en cuestión, probarás la muerte roja. Escribe, pues, que te comprometes á hacerlo, y pon tu sello.» Y dijo el pescador: «Está bien; toma mi sello, ¡oh visir! Sella tú mismo en mi nombre, porque yo no sé. Yo únicamente sé remendar mi red. ¡Está entre tus manos para que hagas con él lo que quieras, y sella cien veces en lugar de una! ¡En cuanto al niño, Alah el Generoso proveerá!» Y el visir tomó el sello del pescador y selló el compromiso consabido. Y el pescador recogió su sello, y se marchó enfadado.

Y llegó á casa de su mujer, y le dijo: «¡Levántate y huyamos de este país! Ya te lo dije, y no quisiste escucharme. ¡Levántate, porque yo me voy!» Ella le dijo: «¿Por qué? ¿Por qué razón? ¿Es que la alfombra no ha salido del huso?» Él contestó: «Ha salido. Pero ese proxeneta, ese visir de mi trasero, ese hijo de perro, me pide ahora un niño de ocho días de edad que cuente una historia; y esa histo-