PERO CUANDO LLEGÓ LA 979.ª NOCHE |
... Y el jefe persa contestó: «Temo que se aprovechen del momento en que esté bebiendo para darme muerte.» Pero Omar le dijo: «¡Alah nos libre de merecer tales sospechas! Estás en seguridad hasta que esa agua haya refrescado tus labios y extinguido tu sed.» A estas palabras del califa, el listo persa tiró el vaso al suelo y lo rompió. Y Omar, ligado por su propia palabra, renunció generosamente á molestarle. Y Harmozán, conmovido ante aquella grandeza de alma, se ennobleció con el Islam. Y Omar le señaló una pensión de dos mil dracmas.
—Y durante la toma de Jerusalén—que es la ciudad santa de Issa, hijo de Mariam, el profeta más grande antes de la llegada de nuestro señor
Mohamed (¡con Él la plegaria y la paz!), y en torno ȧ cuyo templo daban vueltas al principio los creyentes para hacer oración—, el patriarca Sofronios, jefe del pueblo, había consentido en capitular, pero con la condición de que fuera el califa en persona á tomar posesión de la ciudad santa. E informado del tratado y de las condiciones, Omar se puso en