á Saleha que recibiese al califa. Y se introdujo en la casa á Omar.
Y he aquí que, al llegar á la presencia de la joven, Omar ordenó à las personas presentes que se retiraran. Y salieron éstas inmediatamente y dejaron al califa y á Saleha solos, absolutamente solos. Entonces, descubriendo de repente su sable, Omar dijo á la joven: «Quiero que me des datos precisos respecto á la muerte del joven encontrado hace tiempo en un camino. Tú tienes esos datos. Y si tratas de ocultarme la verdad, entre tú y ella se interpondrá este sable, ¡oh Saleha!» Y contestó ella, sin turbarse: «¡Oh Emir de los Creyentes! has encontrado lo que buscas. Y por la grandeza del nombre de Alah el Altísimo y por los méritos del Profeta bendito (¡con Él la plegaria y la paz!) juro que voy á decirte toda la verdad.» Y bajó la voz y dijo:
«Sabe, pues, ¡oh Emir de los Creyentes! que yo tenía á mi servicio una mujer vieja, que siempre estaba en casa y que me acompañaba á todas partes cuando yo salía. Y la consideraba y la quería como quiere una hija á su madre. Y por su parte, en cuanto me atañía y me interesaba, ponía ella una atención y un cuidado extremados. Y durante mucho tiempo la estimé y escuché con respeto y veneración.
»Pero llegó un día en que me dijo ella: «¡Oh hija mía! necesito hacer un viaje á casa de mis allegados. Pero tengo aquí una hija. Y en el sitio en