puros de origen, los de manos generosas, los más temidos y reverenciados entre sus hermanos!» Y ella dijo: «Por esas señas, me parece que eres de los Koreischidas.» Y Al-Mamún, cada vez más ma- ravillado, contestó: «Tú lo has dicho; soy de los Ba- ni-Koreisch.» Y ella repuso: «Pero los Koreischidas son numerosos. ¿De qué rama eres tú?>> Él contestó: ¡De aquella sobre la que ha descendido la bendi- ción!» Y exclamó la joven: «¡Por Alah! eres de los descendientes de Haschem el Koreischida, bisa- buelo del Profeta (¡con Él la plegaria y la paz!).» Y Al-Mamún contestó: «Es cierto; soy Haschemi- da. » Ella preguntó: «Pero ¿de qué familia de los Haschemidas?» Él contestó: «¡De la que está más alta, de la que es honor y gloria de los Haschemi- das, de la que es venerada por cuantos creyentes hay sobre la tierra!» Y al oir esta respuesta, la jo- ven árabe se prosternó de pronto y besó la tierra entre las manos de Al-Mamún, exclamando: «¡Ho- menaje y veneración al Emir de los Creyentes, al Vicario del Señor del Universo, al glorioso Al-Ma- mún el Abbassida!>>
Y el califa quedó asombrado, profundamente conmovido, y exclamó, penetrado de una alegria indecible: «¡Por el Señor de la kaaba y por los mé- ritos de mis gloriosos antepasados, los Puros, que quiero por esposa á esta admirable niña! Ella es el bien más precioso que está escrito en mi des- tino»...