PERO CUANDO LLEGÓ LA 972.a NOCHE
Ella dijo:
... Y hecho lo cual, el joven puso manos á la obra. Y se consagró á leer con método, lentitud y meditación los libros de su maravillosa cúpula. Y como había nacido bajo la bendición, y sus pasos estaban marcados por el éxito y la felicidad, rete- nía en su feliz memoria todo lo que leia y anotaba. Así es que en poco tiempo llegó al limite extremo de la instrucción y del saber, y su espíritu se enri- queció con dones más abundantes que cuantos bie- nes le tocaron en herencia. Y entonces pensó con cordura en hacer que los que le rodeaban se apro- vechasen de los dones de que él era poseedor. Y con tal objeto, dió en la Cúpula del libro un gran festin, al cual invitó á todos sus amigos, familia- res, parientes próximos y lejanos, esclavos, pala- freneros inclusive, y hasta á los pobres y mendigos habituales de su umbral. Y cuando comieron y be- bieron y dieron gracias al Retribuidor, irguióse el joven rico en medio del círculo atento de sus invi- tados, y les dijo: «¡Oh huéspedes míos! ¡esta noche, en lugar de cantores y de músicos, presida la inte- ligencia nuestra asamblea! Porque ha dicho el sa- bio: <<Habla y saca de tu espíritu lo que sepas, para