PERO CUANDO LLEGÓ LA 976.ª NOCHE
Ella dijo:
...y mandó que le recogiese su doncella, la cual le transportó afuera por el medio de transporte acostumbrado.
Y desde entonces el poeta fué despedido por la hija del rey, que nunca consintió en perdonarle su traición. Y para desahogar su dolor y sus penas, compuso él la kásidah siguiente:
¡Adiós, hermosa Bekrida! ¡Y quede á tu lado la di-
cha, á pesar de mi marcha!
¡Ay! ¡antes, por lo menos, desgraciado Murakisch,
tu Fátima encantaba tus noches y apuñalaba tu corazón
con su talle elegante como la rama del nabk, y con su
andar cadencioso como el del avestruz,
Con su talle y con su andar y con su belleza limpida
cual el agua de los estanques,
Con su belleza y con sus lindos dientes límpidos, hu
medecidos de fresca saliva,
y
Que parecía rocio puro, y con sus mejillas brunidas
lisas como una capa de plata; y con sus manos boni-
tas y sus brazaletes; y con las ondas negras de sus ca-
bellos,
Ella daba encanto á tus noches, haciendo palpitar