los regalos que nos trae, y repítele lo que acabas de oir de su boca.» Y el eunuco besó la tierra entre las manos del rey y desapareció.
Al cabo de una hora volvió con una nariz tan larga que le llegaba á los pies, y dijo: «¡Oh rey de los siglos y del tiempo! Me he presentado ante mi ama la princesa Donia, y apenas formulé la peti- ción, se le llenaron de ira los ojos, se incorporó, cogió una maza y corrió hacia mí para romperme la cabeza. Y me apresuré á huir á toda prisa, pero me persiguió á través de los corredores, gritando: <<¡Si mi padre quiere obligarme al matrimonio, sepa que mi marido no tendrá tiempo para verme la cara, pues le mataré antes con mis propias manos, y en seguida me mataré yo!»
Al oir estas palabras del jefe de los eunucos...
En este momento de su narración, Schahrazada.
vió aparecer la mañana, y discretamente, aplazó el
relato hasta el otro día.
PERO CUANDO LLEGÓ
LA 131.a NOCHE
Ella dijo:
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que
después de estas palabras del jefe de los eunucos,
el rey dijo al visir: «Acabas de oir con tus propios