>>10h implacable, la de la cabellera como la noche! ¡Cuán segura estás contra los golpes del Destino y con- tra los caprichos de la suerte, cuando así te gozas en torturar al desdichado que te llama! »I Contempla á un desdichado que por tu belleza acaba de abandonar á su padre, su casa, su patria y los ojos de las favoritas!»
Y Aziz tendió á Diadema el papel en que aca-
baba de trazar esta composición rimada. Y habién-
dolos recitado para apreciar la tonalidad de los
versos, se declaró satisfechísimo, y dijo á Aziz:
«Es excelente tu carta, ¡oh hermano mio!» Y la
entregó á la anciana, que corrió á llevarla á la
princesa.
Apenas la hubo leído, la princesa sintió estallar su ira, y exclamó: «¡Maldita Dudú de todas las ca- lamidades! ¡tú eres la única causante de estas hu- millaciones! ¡Sal pronto de aquí, si no quieres que te destrocen á latigazos mis esclavas! ¡Márchate, ó te rompo los huesos con mis talones!» Y la vieja salió corriendo, al ver que Donia se disponia efec- tivamente á llamar á las esclavas. Y se apresuró á ir en busca de los dos amigos, para contarles lo que había pasado.
Diadema se afectó entonces mucho, y dijo á la vieja, acariciándole la barbilla: «¡Oh buena madre! ¡Ahora se aumentan mis amarguras al ver lo que te ocurre por mi causa!» Pero ella respondió: «Tran- quilizate, ¡oh hijo mio! No desconfío ni mucho me-