Aventuras del joven Kanmakán, hijo de Daul'makán
En efecto, ¡oh rey afortunado!-pro-
siguió Schahrazada en cuanto al joven
Kanmakán y su prima Fuerza del Desti-
no, ¡cuán hermosos se habían hecho! La
armonía de sus facciones llegó á ser más exquisita;
sus perfecciones germinaron en su plenitud; y real-
mente, sólo se les podia comparar con dos ramas
Ilenas de frutos y con dos lunas esplendorosas. Y
para hablar particularmente de cada uno de ellos,
hay que decir que Fuerza del Destino reunia todo
lo necesario para volver loco á cualquiera, pues en
su regia soledad, y aislada de todas las miradas, la
blancura de su tez se había hecho sublime, su cin-
tura se había adelgazado lo precisamente necesario,
y aparecia derecha como la letra aleph; sus caderas
eran absolutamente adorables en su maciza pompa,
y en cuanto al sabor de su saliva, joh leche, oh
vinos, oh lulces! ¿qué sois? Y para decir algo res-