general cristiano había perecido en medio del com- bate, á manos de uno de los guerreros musulmanes. Y este guerrero musulmán había pagado su hazaña con la vida, pues apenas el jefe cristiano había en- tregado su alma á los demonios del infierno, los cristianos, al ver muerto á su jefe por la lanza del musulmán, se precipitaron sobre él, lo acribillaron á estocadas y lo destrozaron. Y el alma de aquel creyente fué en seguida al Paraíso, entre las manos del Remunerador. En cuanto á los dos reyes, el visir y los cuaren- ta y, cinco guerreros, que habian pasado la noche en la gruta, se despertaron al amanecer, y cum- plieron sus deberes religiosos matutinos una vez hechas las abluciones prescritas. Después se sin- tieron reanimados para la lucha, y á la voz de Daul'makán se precipitaron como leones sobre una piara de cerdos. E hicieron una carniceria en sus numerosos enemigos; las espadas chocaban con las espadas, las lanzas con las lanzas, y las azagayas rasgaban las armaduras, pues los guerreros se arro- jaron al combate como lobos sedientos de sangre. Y Scharkán y Daul'makán hicieron correr tantas olas de sangre, que el río se desbordó, y hasta desapa- reció el valle bajo los montones de cadáveres. De modo que á la caída de la noche... En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente. Biblioteca Valenciana (Generalitat Valenciana)
Página:Las mil noches y una noche v5.djvu/21
Apariencia