¿Hombre de la tierra ó genio subterráneo? ¡Si eres genio, sigue tu camino; pero si eres hombre, aguar- da la aparición de la luz, porque la noche está Ilena de emboscadas y traiciones!»>
Oidas estas palabras, Kanmakán dijo para sí: <<¡Por mi alma, el que ha hablado es un hombre cuya aventura se parece extraordinariamente á la mía!» Y permaneció allí sin moverse hasta la apari- ción de la mañana.
Entonces vió avanzar hacia él, á través de los árboles del bosque, un hombre vestido como los beduínos del desierto, alto y armado de un alfanje y un escudo. Se levantó y le saludó, y el beduino le devolvió el saludo, y después de las fórmulas acos- tumbradas, le preguntó el beduino, pasmado de su juventud: «¡Oh joven à quien no conozco! ¿Quién eres? ¿A qué tribu perteneces? ¿Cuáles son tus parientes entre los árabes? Verdaderamente, á tu edad no se acostumbra á viajar solo por la noche y por estas comarcas en que no se ven mas que gru- pos armados. Cuéntame, pues, tu historia.» Y Kan- makan dijo: «Mi abuelo era el rey Omar Al-Nemán; mi padre, el rey Dauľ'makán, y yo soy Kanmakán, que se abrasa de amor por su prima la princesa Fuerza del Destino.» Entonces el beduíno dijo: «Pero ¿cómo es que siendo rey, ¡hijo de rey! vas vestido como un saaluk y viajas sin una escolta digna de tu categoria?» El otro respondió: «Porque he de crear- me esa escolta yo mismo, y empiezo por rogarte que seas el primero que formes parte de ella.»> Oidas