»Pero la pasión me poseía de tal modo, que no podia alargar la mano ni tocar ninguna de aquellas cosas. No supe sino mirar á la joven y recitar estos versos:
>>¡La niere de tu piel, joh joven incomparable! ¡La
negra tintura de henné está todavía fresca en tus dedos
y en la palma de tus manos!
>>¡Creo ver, delante de mis ojos maravillados, que
en la blancura de tus manos se dibuja la figura de al-
guna ace brillante de negro plumaje!
» Cuando el joven oyó estos versos y notó el
fuego de mis miradas, se echó á reir de tal modo,
que le faltó poco para desplomarse. Después me
dijo: «¡Veo verdaderamente que eres un guerrero
sin par y un caballero extraordinario!» Y yo con-
testé: «Por tal me tengo. Pero tú, ¿quién eres? >> Y
alcé la voz para asustarle y hacerme respetar. Y
el joven dijo: <«Soy Ebad ben-Tamim ben-Thalaba,
de la tribu de los Bani-Thalaba, y esta joven es her-
mana mía.» Entonces exclamé: «¡Apresúrate á dar-
me tu hermana por esposa, porque la amo con todo
mi amor y soy de noble estirpe!» Pero él contestó:
<<Sabe que ni mi hermana ni yo nos casaremos ja-
más. Hemos elegido este oasis en medio del desierto
para vivir en él tranquilamente nuestra vida, le-
jos de todo cuidado.» Y yo dije: «¡Necesito á tu her-
mana por esposa, ó de lo contrario, gracias al filo
de mi espada, cuéntate con los muertos!»