¡Oh virgen de vientre de armonia! ¡Tu cintura desa- fía á la rama de sauce y á la misma esbeltez de los ála- mos del Paraíso!
¡Tu saliva es miel silvestre! ¡Moja en ella la copa, endulza el vino, y dámelo después, joh huri! ¡Pero sobre todo, te ruego que abras los labios y regocijes mis ojos con sus perlas!»
Oídos estos versos, el rey se estremeció de gus- to, y gritó desde el fondo de su garganta: «¡Ya Alah! Pero el visir prosiguió: «Y así, ¡oh rey! opino que envies lo antes posible al rey Zahr-Schah uno de tus emires.que sea hombre de tu confianza, dotado de tacto y delicadeza, que conozca el sabor de las palabras antes de pronunciarlas, y cuya ex- periencia te sea conocida. Y le encargarás que em- plee toda su persuasión en lograr que el padre te dé la joven. Y te casarás con ella, para seguir las palabras de nuestro Profeta bendito (¡sean con él la paz y la plegaria!), que dijo: «¡Los hombres que se llamen castos deben ser desterrados del Islam! ¡Son unos corruptores! ¡Nada de celibato en el Islam!» ¡Y en verdad, esta princesa es el único partido para ti, porque es la pedrería más hermosa de toda la tierra, aquende y allende!»
Al oir estas palabras, sintió el rey Soleimán- Schah que se le ensanchaba el corazón, y dijo al visir: «¿Qué hombre sabrá realizar mejor que tú esa misión tan delicada? Tú serás quien vaya á arre- glar eso, tú solo, que estás lleno de sabiduría y cor-