y marfil. Y en el tal trono estaba sentado el rey Zahr-Schah...
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y discreta, según su cos- tumbre, se calló.
PERO CUANDO LLEGÓ LA 108.a NOCHE
Ella dijo:
... Y en el tal trono estaba sentado el rey Zahr- Schah, rodeado de los principales personajes del reino y de los guardias, que, inmóviles, aguardaban sus mandatos.
El visir sintió entonces que la inspiración ilu- minaba su espíritu y que la elocuencia le desataba la lengua en. palabras sabrosas. Y con un donoso ademán, se volvió hacia el rey é improvisó estas es- trofas en honor suyo:
¡Al verte, me ha abandonado mi corazón para volar hacia ti, y hasta el sueño ha huído de mis ojos, dejún- dome entregado á mis torturas!
¡Oh corazón mio! ¡ya que estás con él, quédate donde estás! ¡Te abandono á él, aunque seas lo que más quiero que más necesito!
y to Ningún descanso más agradable á mis oídos que la