PERO CUANDO LLEGÓ
LA 111.ª NOCHE
Ella dijo:
...cuando de pronto el príncipe Diadema vió de- lante de él, entre los mercaderes, á un joven de una sorprendente hermosura, de una intensa palidez, vestido con un magnífico traje y muy bien portado. Aquel rostro tan pálido y tan bello hablaba de una gran tristeza, la ausencia de un padre, de una ma- dre ó de un amigo muy querido.
El príncipe Diadema no quiso marcharse sin sa- ber quién era aquel hermoso joven hacia el cual se sentia atraido. Y se aproximó á él, le deseó la paz, y le preguntó quién era y por qué estaba tan triste. Y el hermoso joven, al oir esta pregunta, sólo pudo decir estas dos palabras: «¡Soy Aziz!» Y rompió en sollozos de tal manera, que cayó desmayado.
Cuando volvió en sí, el principe Diadema le dijo: «¡Oh Aziz! Sabe que soy tu amigo. Dime, pues, el motivo de tus penas.» Pero el joven Aziz, por toda respuesta, apoyó los codos en el suelo y cantó estos versos:
¡Evitad la mirada mágica de sus ojos, pues nadie se escapa de su órbita! ¡Los ojos negros son terribles cuando miran lángui-