10h brisa suave, ven á mi! ¡Las aves cantan! ¡Toda pasión seguirá su destino! Si yo pudiera, joh amor! cogerte en brazos, como el amante aprisiona contra su pecho la cabeza de su amada!... ¡Endulza con tu aliento la amargura de esta alma que se sumerge en el dolor! Después de partir tú, joh Aziz! ¿qué alegrias me quedarán en este mundo, y qué gusto le encontraré en adelante á la vida? ¿Quién me dirá si el corazón de mi amado está, como mi corazón, abrasado por la llama del amor?
Al verme, Aziza se levantó rápidamente, se secó
las lágrimas y me dirigió palabras muy dulces, ayu-
dándome á quitarme la ropa. Y después de olfa-
tearla, me dijo: «¡Por Alah! ¡oh hijo de mi tio! No
son éstos los perfumes que deja en la ropa el con-
tacto de una mujer adorada. ¡Cuéntame lo que haya
ocurrido!» Y me apresuré á satisfacerla. Entonces,
muy preocupada, exclamó: «¡Por Alah! ¡oh Aziz!
Ya no estoy tranquila; temo que esa desconocida te
haga pasar grandes disgustos. Sabe que la sal echada
en tu piel significa que te encuentra muy soso, por
haberte dejado dominar por el sueño. Y el carbón
significa que Alah ennegrezca tu cara, porque es
mentira tu amor. Así, ¡oh amado Aziz! esa mujer,
en vez de ser amable contigo y despertarte, ha tra-
tado con desprecio á su huésped, haciéndole saber
que sólo servía para comer y para dormir. ¡Librete