Página:Las mil y una noches (Antoine Galland).djvu/12

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- 6 — profesaba á su hermano ChasenaD, se avivó oon la ansenda y sintió grandes deseos de verle, y oon este objeto le envió una solemne emba- jada rogándole que viniese.

Apenas tuvo conocimiento el rey de la Gran Tartaria de los deseos de su hermano, cuando se apresuró á satisfacerlos; y después de ha- ber reunido los ricos presentes que pensaba ofrecerle y puesto orden para el gobierno del reino durante su ausencia, estableció fuera de la ciudad su campamento con el ñn de emprender su viaje al día si- guiente. No quiso, sin embargo, pasar aquella última noche sin vol- ver á abrazar á su esposa, á la que amaba tiernamente, y regocijándo- se interiormente del placer que iba á causar á aquella con su visita inesperada, se volvió á su palacio secretamente y se encaminó á los aposentos de su esposa, á quien pensaba encontrar triste y llorando por su ausencia. Grande fué, pues, su sorpresa al hallarla en compa- ñía de un ofíoial de la corte platicando familiarmente con él.

Pasado el primer estupor que le causó este descubrimiento, arreba- tado por la ira, se arrojó sobre los delincuentes, y les quitó la vida, volviéndose en seguida al campamento sin dar á nadie cuenta de este suceso.

La infidelidad de su esposa le causó un pesar tan hondo, que nada podía distraerle de su melancolía. Así fué que cuando llegó á la corte de su hermano, en donde fué recibido con gran pompa y con todo gé- nero de honores y de ol^iequios, el sulián no pudo menos de notar el velo de tristeza que cubría el rostro de Ghazenan sin poder atinar la causa de ello.

Un día en que el sultán Ghabriar había partido con toda su corte para una cacería dispuesta en honor de su hermano, á la que éste no quiso asistir pretextando hallarse enfermo, pero en realidad para en- tregarse más á su sabor á las tristes reflexiones que su desgracia le su- gería, hallándose asomado á una de las ventanas del palacio que habi- taba, vio salir al jardín, por una puerta secreta, á la sultana esi;K)sa de su hermano, seguida de otras muchas mujeres, y ocultándose para observar lo que hacían sin que de ellas fuese visto, pudo convencerse de que la misma desgracia de que él había sido víctima, la misma ó mayor cabía á su hermano el sultán.

La vista de las escenas que presenció, de tal manera cambiaron sus