lástima en una jóven tan bella (tomándole la mano).
— Señor, dijo la jóven, habiendo mi madre justificado su conducta no creo que debo dar cuenta de mis ocultos pensamientos.
— Señora, añadió el intendente, dirijiéndose a la madre de Candelaria, esta insurjente es tan linda como obstinada. Aquí no hai mas remedio, sino que la habeis de dejar dos meses en mi poder, i yo la convertiré; este es negocio que corre de mi cuenta.
La señora ofendida e indignada por tanta infamia dirijió un insulto al gobernador, miéntras la joven le decia:
— Yo os juro que solo con la muerte me arrancareis del lado de mi madre.
— Está bien. Aguardad mis órdenes en vuestra casa.
Esta escena convenció al gobernador que doña Candelaria era inaccesible a la seduccion, i que la juventud sostenida por la razon, es la edad de las virtudes. Pero aun faltaba otra gran prueba: esta era la del tribunal de infidencia, en que parecia imposible que una jóven de diez i siete años, pudiera luchar con