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LA PIEDRA DE AFILAR

En posesión de los datos que necesitaba, el forastero viendo que sus caballos habían descansado bien y comido, se levantó para despedirse; pero Celedonio no quiso permitir que se fuera sin almorzar ; y se quedaron ambos fumando, charlando y tomando mate, mientras doña Sinforosa preparaba un suculento costillar de carnero.

Cuando estuvo parado el asador, Celedonio sacó de la cintura un cuchillo que era casi nuevo y convidó al forastero á que hiciera lo mismo.

—¿Qué hace, amigo?—le dijo ;—corte, no más, á su gusto; sírvase.

El hombre metió la mano á la cintura y vió que había perdido el cuchillo.

—Caramba !—dijo ;—se me habrá resbalado con el tropezón que dió mi caballo en una vizcachera.

¡Qué broma!

— Era de valor?—preguntó Celedonio.

—No, señor, no; una cuchilla sencilla de trabajo, bastante vieja y usada; pero no me gusta andar sin cuchillo, ¡ qué quiere !

¡Bah! tome éste que es bueno y guardeselo, que tengo otro; así se acordará de su amigo Celedonio.

—Pero, señor, no me dé su cuchillo nuevo, que LAS VELADAS .—9