Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/212

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 208 —

siguiendo con confianza el consejo de su padre, á quien siempre había conocido por un gaucho lindo y vivo.

Un día, tuvo don Patricio que mandar á cien leguas de distancia una fuerte cantidad de dinero para pagar una hacienda que había comprado, y como no había para ese punto vías de comunicación y no podía ir él mismo, se le ocurrió mandar de chasque á Sulpicio como el hombre de más confianza que tuviera en la estancia. Sulpicio, conforme, como siempre, salió con la tropilla por delante, y cuatro días después estaba de vuelta con el recibo, habiendo pasado hambre y sed, pero muy conforme por haber sabido evitar con toda prudencia las dos cosas peores que le hubiesen podido suceder: ser atacado por bandidos ó atajado por la policía.

Esta vez, don Patricio quedó quizá todavía más conforme que él, y como tuviese que traer de otra parte una hacienda muy arisca y de difícil arreo, mandó otra vez á Sulpicio á que se recibiera de ella. Fué nuestro amigo, conforme, como siempre, y llegó después de haber sufrido temporales y fríos, y pasado noches y noches sin dormir, pero tan conforme á la vuelta como á la ida, pues ni un animal se le había perdido.

Don Patricio había, durante este año de sufrimientos, perdido poco á poco el maldito orgullo que hasta entonces lo había dominado; conocía además la necesidad de asegurar en alguna forma, antes de quedar por la vejez inhabilitado para el trabajo, la situación de su malhadada hija Hermenegilda, confiando á algún hombre bueno el manejo del establecimiento; y viendo que no era ya posible casarla sino con un peón, llamó á Sulpicio y le dijo: