Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/213

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 209 —

—Me has servido como hasta hoy nadie lo hizo; has sabido conformarte con mi mal genio, con privaciones de todo género, cumpliendo esas múltiples y penosas obligaciones sin la menor queja, y por todo esto, estoy dispuesto á tomarte de mayordomo, pero con una condición que estés conforme en casarte con la cocinera.

Por la primera vez quizá tuvo Sulpicio una vacilación en contestar que estaba conforme, pues la pobre Hermenegilda había «progresado» de un modo espantoso en repugnante fealdad. Por suerte, á tiempo se acordó del consejo paterno y para que todo le saliera bien, se apresuró en exclamar :

decía na—Estoy conforme, patrón.

Hermenegilda estaba presente, pero da, habiéndose vuelto más humilde que la más humilde china del último toldo, y mientras Sulpicio, como era de su deber, tomaba en la suya su mano sucia y grasienta, sonó en el palenque una alegre llamada. Corrieron todos y Sulpicio antes que ninguno, pues había conocido la voz de su padre. También había conocido Hermenegilda al gaucho viejo que tanto la había castigado por su orgulloso rechazo, y viendo cuán cierta había salido la amenaza de este hombre, se echó á llorar asustada. Pero se le acercó el gaucho viejo, y tomándola de la mano :

—Señorita—le dijo,—no quiero que mi hijo tenga por esposa á una cocinera, sino á la hija del estanciero don Patricio.

Y apenas acabó de hablar, cuando Hermenegilda apareció á los ojos admirados de su padre y de su novio, ya conforme, por supuesto, como en su vida lo estuviera, resplandeciente de hermosura y vestida como una reina de cuento de hadas.

LAS VELADAS .—14