Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/306

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 302 —

Y le contó ingenuamente y punto por punto todo lo que le había ocurrido.

Sandalio, consolado ya del propio mal por el mal ajeno, se rió mucho, y lo mismo hizo Nicolás, gaucho joven aún, pero ya perverso, quien, pensando que sólo por la borrachera había visto Vicente tantas cosas imposibles y recibido tantos porrazos, no se acordó más que de la mujer aquélla, cosiendo, solita en su rancho, sin hombre que la defendiera, ni perro que la cuidase y habiendo conseguido de Vicente las señas que le podían guiar, armó viaje para el paraje designadolas nas ó á Soñando ya con alguna belleza cuyo amor le hubiese reservado la suerte, dispuesto á conquistarla á malas, galopó de prisa hasta divisar la población. Se acercó lleno de emoción, pero dispuesto á todo, y lo mismo que había hecho Sandalio al llegar, acarició, para mayor seguridad, la empuñadura del cuchillo.

Llamó en el palenque y la voz femenina le contestó, invitándole á apearse. Así lo hizo, ató el caballo y pasó la tranquera dirigiéndose con paso seguro hacia la puerta entreabierta, por donde se veía cosiendo á la mujer. Pero mientras atravesaba el patio, Nicolás oyó que ésta cantaba :

—No mires por la rendija, si no, el gato te castiga.

Pero no por miedo á un gato se iba á contener Nicolás, y agarrando por el borde la puerta, la quiso abrir. En vez de abrirse se cerró la puerta, apretándole la mano derecha, al mismo tiempo que la cola de un gran gato negro, al cual no había visto y que se le abalanzó con furia. El gato no le podía alcanzar la cara, pero le desgarró todo el chiripá—un chi-