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Plutarco.—Las vidas paralelas.

sen mudado de propósito y reconciliádose con sus onemigos, lo que es públicamente, fingió que se holgaba mucho de ello y tomaba parte en la reconciliacion; pero en secreto los reprendia y vituperaba, excitándolos á sobreponerse á la muchedumbre. Cuando ya tuvo noticia de la insurreccion, partió inmediatamente á auxiliarla, y entrando en la ciudad, á los primeros con quienes tropezó de los insurgentes los maltrató de palabra y se les mostró irritado, como si hubiera de tomar venganza de ellos; y á los otros les inspiraba confianza, dándoles á entender que nada desagradable temieran miéntras él estuviese alli: haciendo uso de estas ficciones y de estos diferentes papeles, con la mira de que no huyesen los demócratas y de mayor poder, sino que permaneciesen en la ciudad, para quitarles la vida, como efectivamente sucedió, porque perecieron todos cuantos se confiaron. Tambien nos ha conservado Andróclidas una expresion de Lisandro, que depone contra su indiferencia en materias de juramentos; porque, segun dice, era su opinion que á los niños se les habia de engañar con dados, y á los hombres con juramentos: tomando malamente por modelo un general á un tirano, esto es, Lisandro á Policrates de Samos: fuera de que no era muy espartano, sobre ser muy inicuo, el haberse mal así con los Dioses como con los enemigos: porque el que abusa para engañar del juramento, reconoce que teme å su enemigo, y que insulta á Dios.

Llamó Ciro á Sardis á Lisandro, y dándole diferentes cosas, le prometió otras, diciendo con ardor juvenil en su obsequio, que aun cuando nada diera su padre, pondría en mano de Lisandro cuanto á él le pertenecia; y á falta de todo se desharia del trono en que daba audiencia, que era todo de oro y plata. Finalmente, que subiendo á la Media trataria con el padre de que aquél recogiese los tributos de las ciudades, para lo que le hacía entrega de su autoridad. Despidiéronse, ty rogándole que no combatiera con