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Plutarco.—Las vidas paralelas.

era precedido de muchos. Sedujo, pues, al ejército de Fimbria, y le acaloró contra Lúculo, moviendo pláticas muy acomodadas al gusto de unos hombres á quienes no faltaba ni la voluntad ni la costumbre de sublevarse; porque estos mismos eran los que antes habia concitado Fimbría para que, asesinando al cónsul Flaco, le eligieran general. Así oyeron con gran placer á Clodio, á quien llamaron amante del soldado, porque supo fingir que se compadecia de su suerte: «á causa, les decia, de no verse ningun término de tantas guerras y tantos trabajos, sino que peleando con todas las naciones y rodando por toda la tierra, en esto era en lo que habian de gastar su vida; sin servirles de otra cosa estas expediciones que de escoltar los carros y acémilas de Lúculo cargados de preciosas alhajas de oro y pedrería. No así los soldados de Pompeyo, que restituidos ya á la clase de pacificos ciudadanos gozaban de descanso con sus mujeres y sus hijos, en una lierra y en unas ciudades felices: no despues de haber arrojado á Mitridates y á Tigranes á unos desiertos inhabitables, ó de haber destruido las opulentas cortes del Asia, sino despues de haber hecho la guerra, en la España á unos desterrados, y en la Italia á unos fugitivos. ¿Por qué no habian de descansar ya de las fatigas de la milicia? ó á lo ménos, ¿por qué no reservar lo que les restaba de fuerza y de aliento para otro general para quien el mejor adorno era la riqueza de sus soldados?»» Seducido con tales especies el ejército de Lúculo, no quiso seguirle contra Tigranes ni contra Mitridates, que inmediatamente regresó al Ponto y recobró su Imperio. Tomando por pretexto el invierno, se detuvieron en la Gordiena, dando tiempo de que llegara Pompeyo ó alguno otro de los generales sucesores de Lúculo, que ya se esperaban.

Cuando llegó la noticia de que Mitrídates, habiendo vencido á Fabio, marchaba contra Sornacio y Triario, entónces siguieron á Lúculo. Triario, ansioso de arrebatar la .

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