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LISANDRO.

y que tan ilustres hijos habia producido. Lisandro, pues, condescendiendo á todo los Atenienses, mandó traer de la ciudad muchas tañedoras de flauta, y reunióndolas todas en su campo, á són de flauta arrasó los muros é incendió las naves, coronando al mismo tiempo sus cabezas, y aplaudiendo con himnos los aliados, como que en aquel dia empezaba su libertad. En seguida sin perder tiempo mudó asimismo el gobierno, estableciendo treinta tiranos en la ciudad y diez en el Pireo. Puso tambien guarnicion en la ciudadela, nombrando por gobernador á Calibio de Esparta, Sucedió con éste que habiendo levantado la vara para herir á Autolico el gladiator, que es el objeto del convite escrito por Geriofonte, cogiéndole éste de las piernas le levantó en alto y derribó en tierra; de lo que no sólo no se incomodó Lisandro, sino que reprendió á Calibio, diciéndole que debia saber mandaba á hombres libres; pero con todo los treinta tiranos quitaron de allí á poco la vida á Aulolico, precisamente por hacer obsequio á Calibio.

Hechas estas cosas, se embarcó Lisandro para la Tracia, y todo lo que le habia quedado de los fondos públicos, con cuantos dones y coronas habia recibido, siendo muchos los que, como era natural, hacian presentes á un varon de tanto poder y dueño en cierta manera de la Grecia, lo remitió á Lacedemonia por medio de Gilipo, el que mandó en Sicilia. Esto, segun se dice, cortando por abajo las costuras de los sacos, y sacando de cada uno mucho dinero, los volvió á coser despues, ignorante de que en cada uno habia una factura que expresaba la cantidad. Llegado, pues, á Esparta, ocultó lo que habia sustraido debajo del tejado de su casa, y entregó los sacos á los Eforos mostrándoles los sellos; pero abiertos los sacos y contado el dinero, se noló la diferencia entre la cantidad que resultaba y la de la factura, y ballándose los Eforos con este motivo en grande confusion, un esclavo de Gilipo les dijo