Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo III (1879).pdf/216

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
218
Plutarco.—Las vidas paralelas.

con diez gateras que mandaba; y los demas, temiendo por Polico, movieron igualmente. Trabóse una reñida batalla, en la que vencieron los Siracusanos con muerte de Euru medonte y otros muchos. No pudieron ya aguantar más los Atenienses, y empezaron á gritar contra los generales, clámando por que dispusieran la retirada por tierra; pues por otra parte los Siracusanos, luego que hubieron alcanzado • la victoria, custodiaron y cerraron la salida del puerto.

Rehusaba Nicias venir en semejante resolucion, porque le parecia cosa terrible abandonar un grandísimo número de trasportes y muy pocas ménos de doscientas galeras: embarcando, pues, lo más escogido de la infanteria y los más robustos entre los tiradores, ocupó con ellos ciento y dież galeras; porque las restantes estaban desprovistas de remos. La demas tropa la situó á la orilla del mar, abandonando el gran campamento y la muralla que remataba en el templo de Hércules: de manera que no habiendo ofre cido los Siracusanos al Dios tiempo habia los acostumbrados sacrificios, entonces saltando en tierra cumplieron con este acto religioso los sacerdotes y los generales.

Cuando ya estaban listas las naves anunciaron los agoreros á los Siracusanos que las víctimas les prometian prosperidad y victoria, si no eran los primeros á empezar ot combate, y solamente se defendian; pues Hércules alcanzó todas sus victorias poniéndose en defensa cuando se veia amenazado: y con esto movieron del puerto. En este combate naval, uno de los más empeñados y terribles, y que no causó menores inquietudes y agitaciones en los espec tadores que en los combatientes, por la vista de un encuentro que en breve tuvo muchas y muy inesperadas mudanzas, no vino ménos daño á los Atenienses de su estado y disposicion que de mano de los enemigos. Porque peleaban con naves estrechamente unidas y cargadas, contra otras que estar.do vacías y ligeras, con facilidad discurrian por todas partes; siendo además ofendidos con piedras, que i