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NICIAS.

donde quiera que cayesen hacian gran daño, cuando ellos no lanzaban sino dardos y saetas, que con el oleaje no to nian golpe seguro, ni siempre podian herir de punta. Esta fué leccion que dió á los Siracusanos Ariston, el piloto de Corinto, el cual habiendo peleado alentadamente en aquel combate, murió en él cuando ya habian vencido los Siracu Banos. Habiendo sido grande la ruina y destrozo de los Ale nienses, se les cortó toda esperanza de poder huir por mar, y como viesen tambien muy dificil el poderse salvar por tierra, ni estorbaron á los enemigos que remolcasen sus naves, no obstante estarlo presenciando, ni pidieron que se les permitiera recoger los muertos: temiendo todavía por más triste y miserable el abandono que se veian previsados á bacer de los enfermos y heridos; y considerándose á si mismos en un estado áun más lastimoso, porque habían de llegar al mismo fin por entre mayores males. " Intentaban evadirse aquella noche; y Gilipo, viendo á los Siracusanos entregados á sacrificios y banquetes en celebridad de la victoria y de la fiesta, desconfió de poder moverlos, ni con persuasiones, ni con esfuerzo alguno, á que persiguieran á los enemigos, que no dudaba iban á retirarse; pero Hermócrates por movimiento propio excogito contra Nicias un engaño, enviando algunos de sus amigos que le dijesen venir de parte de aquellos mismos que antes acostumbraban hablarle reservadamente, siendo su objeto avisarle que no marchara aquella noche, porque los Siracusanos les tenian armadas celadas y les habian tomado los pasos, Burlado Nicias con este engaño, pade eió despues con verdad de parte de los enemigos lo que entonces falsamente se le hizo temer: porque saliendo á la mañana siguiente al amanecer, ocuparon las gargantas de los caminos, levantaron cercas delante de los vados de los rios, cortaron los puentes, y en el terreno llano y sin tropiezos situaron la caballería, para que por ninguna parte pudieran pasar los Atenienses sin tener un combate.