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Plutarco.—Las vidas paralelas.

al peligro, como á una de las guerras más arriesgadas y dificiles, hizo salir á aquella á los dos cónsules. De éstos Gelio, á las gentes de Germania, que por orgullo y soberbia se habian separado de las de Espartaco, cayendo sobre ellas repentinamente, del todo las deshizo y desbarató.

Propúsose Lentulo envolver á Espartaco con grandes divisiones; pero él se decidió á hacerle frente, y dándole batalla, venció á sus legados, y se apoderó de todo el bagaje.

Retirado á los Alpes, fué en su busca Casio, pretor de la Galia Cispadana, con diez mil hombres que tenía; pero trabada batalla, fué igualmente vencido, perdiendo mucha gente y salvándose él mismo con gran dificultad.

Cuando el Senado lo supo, mandó con enfado á los cónsules que nada emprendiesen, y se nombró á Craso general para aquella guerra; al cual por amistad y por su grande opinion acudieron muchos de los jóvenes más principales para militar bajo sus órdenes. Entendió Craso que debia situarse en la region Picena, y esperar á Espartaco, que por allí habia de pasar; pero envió para observarlo á su legado Mumio con dos legiones, dándole órden de que puesto á su espalda siguiera á los enemigos, sin que de ningun modo viniera á las manos con ellos, ni áun hiciera la guerra de avanzadas; pero él apenas pudo concebir alguna esperanza, cuando trabó combate y fué vencido; habiendo perecido muchos, y habiéndose otros muchos salvado arrojando las armas en la fuga. Craso recibió á Mumio con la mayor aspereza; y armando de nuevo á los soldados, les hizo dar fianzas de que conservarian mejor aquellas armas. A quinientos, los primeros en huir y los más cobardes, los repartió en cincuenta décadas, y de cada una de ellas hizo quitar la vida á uno, á quien cupo por suerte, restableciendo este castigo antiguo de los soldados interrumpido tiempo habia; el cual, además de ir acompafiado de infamia, tiene no sé qué de lerrible y de triste, por ejecutarse á la vista de todo el ejército. Despues de dado