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Plutarco.—Las vidas paralelas.

triunfo se pagaba. Puso de guarnicion en las ciudades rendidas hasta siete mil hombres de infantería y mil caballos, y se retiró á la Siria á tomar cuarteles de invierno. Estando alli llegó el hijo que iba de la Galia de parte de César, mostrándose engalanado con premios, y llevándole mil soldados de á caballo escogidos. Y de los grandes yerros comelidos por Craso en esta expedicion, fuera de la expedicion misma, parece que éste fué el primero, á saber: el que cuando era menester obrar con celeridad y apoderarse de Babilonia y Seleucia, ciudades mal avenidas siempre con los Partos, hubiese dado tiempo á los enemigos para prepararse. Reprendíanle asimismo de que su detencion en la Siria hubiese sido más bien pecuniaria que militar, pues ni investigó el número de las armas, ni reunió las tropas para ejercitarlas; y sólo se entretuvo en hacer el cálculo de las rentas, habiendo gastado muchos dias en poner en pesos y balanzas la riqueza de la Diosa que se veneraba en Hierapolis. Escribia á los pueblos y á las autoridades, señalándoles el número de soldados que babian de presentar; y como luego los relevase por dinero, incurrió en descrédito y en desprecio. La primera mala sefial que tuvo, fué de parte de aquella Diosa, la cual piensan unos que fué Vénus, olros Juno, y otros la causa y naturaleza que de lo húmedo sacó los principios y semillas de todas las cosas, y mostró á los hombres el origen de todos los bienes: pues saliendo del templo, primero tropezó y cayó en la puerta Craso el jóven, y despues el padre cayó en pos de él.

Cuando ya estaba para mover las tropas de los cuarteles de invierno le llegaron embajadores del rey Arsaces, trayéndole un mensaje muy breve, porque le dijeron: que si aquel ejército era enviado por los Romanos, la guerra sería perpétua é irreconciliable; pero que si Craso habia llevado contra ellos las armas y ocupado sus ciudades sin el permiso de la patria y por sus intereses particulares,