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LISANDRO.

entonces, aumentándose su inquietud, se retiró sin hacer nada; pero volviendo al cabo de pocos dias á presentarse á los magistrados, les propuso que tenía que pasar al tem plo de Amon, y ofrecerle los sacrificios de que le habia hecho voto antes de sus combates. Algunos son de opinion que efectivamente sitiando la ciudad de Afitis en la Tracia se le habia aparecido Amon, entre sueños, y que por lo mismo, levantando el sitio habia dado órden á los Afitios de que sacrificasen á Amon, como si el mismo Dios se lo hubiera encargado, y que pasando al Africa, habia procurado aplacarle; pero los más entienden que esto del Dios fué un pretexto, y que lo que hubo, en verdad, fué haber temido á los Eforos, y no poder aguantar el yugo de Esparta, ni sufrir él ser mandado; por lo que recurrió á este viaje y peregrinacion, como caballo que desde el prado y los pastos libres vuelve luego al pesebre y á los trabajos cotidianos; pues la otra causa que asigna Eforo á esta peregrinacion la referiremos más adelante.

Con dificultad y trabajo recabó de los Eforos que le dejasen partir, y se hizo á la vela. Los reyes, estando él ausente, reflexionaron que miéntras por medio de las cofradías dominase en las ciudades, sería el único árbitro y señor de la Grecia, por lo que pensaron en el modo de reintegrar á los demócratas en los negocios, excluyendo á sus amigos. Moviéronse, pues, alteraciones en este sentido, siendo los Atenienses los primeros que desde Fila marcharon contra los treinta tiranos, y los vencieron; pero volviendo á la sazon Lisandro, persuadió á los Lacedemonios que fuesen en auxilio de los oligarcas, y contuviesen con el castigo á los pueblos: así, lo primero que hicieron fué enviar á los treinta cien talentos para la guerra, y nombrar á Lisandro por general. Viéronlo los reyes con envidia, y temiendo no fuera que de nuevo tomase á Atenas, determinaron salir á la guerra uno de los dos. Salió Pausanias, en la apariencia en defensa de los tiranos contra el