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Plutarco.—Las vidas paralelas.

giéndole en volandas, le pusieron los palafraneros, y empezaron á dar latigazos al caballo para hacerle marchar precipitadamente. Octavio fué el primero que asió del freno, y despues de él Petronio, uno de los tribunos, cercándole en seguida los demas y procurando todos contener el caballo, y retirar á los que por uno y otro lado querian á fuerza llevarse á Craso. Suscitándose con esto confusion y alboroto, vinose al fin å los golpes, y desenvainando Octavio su espada, atravesó á uno de aquellos palafreneros; haciendo otro tanto con Octavio uno de ellos que se hallaba á su espalda. Petronio no se encontró con armas; y habiendo recibido un golpe que no pasó de la coraza, saltó ileso del caballo. A Craso le quitó la vida un Parto llamado Pomaxitres; aunque algunos dicen haber sido otro el que le mató, y que este fué el que despues de caido le cortó la cabeza y la mano derecha; cosas que pueden muy bien conjeturarse, pero no saberse de cierto, porque de los que se hallaron presentes y pelearon en defensa de Craso, los unos murieron allí, y los otros á toda priesa se retiraron al collado. Pasaron allá los Partos, y diciendo que Craso ya habia sufrido su castigo, pero respecto de los demas manifestaba Surena que podian bajar con seguridad, unos bajaron efectivamente y se entregaron, y otros se dispersaron por la noche; de los cuales fueron muy pocos los que se salvaron, y á los restantes salieron á cazarlos los Arabes, y alcanzándolos, les dieron muerte. De todas aquellas tropas, veinte mil hombres se dice que murieron, y que diez mil fueron tomados cautivos.

Surena envió al rey Hirodes, que se hallaba en la Armenia, la cabeza y la mano de Craso; y haciendo correr en Seleucia la voz por medio de mensajeros de que conducia vivo á Craso, dispuso una pompa ridícula, á la que dió el nombre de triunfo. Porque al más parecido á Craso de los cautivos, que era Gayo Paciano, le hizo vestir como aquellos bárbaros, y habiendo ensayado el que respon-