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Plutarco.—Las vidas paralelas.

presa; ni Caton, que previendo que el tribunado de la plebe habia de dar mucho en que entender y acarrear peligros, por lo mismo, en servicio de la república, se presentó á pedirlo. Mas Nicias, conservando el generalato mientras se trató de Minoa, de Citera y de los infelices Melios; cuando tuvo recelo de haber de contender con los Lacedemonios, desnudándose de la púrpura, y entregando á la impericia y temeridad de Cleon las naves, el ejército, las armas y un mando que requeria una consumada inteligencia, no fué de su gloria de lo que hizo entrega, sino de la seguridad y salud de la patria. Por lo mismo, cuando despues se le precisó á hacer guerra á los Siracusanos contra toda su voluntad y sus deseos, pareció que queria privar á la ciudad de la adquisicion de la Sicilia; no por reflexion de lo que convenia y debia hacerse, sino por desidia y flojedad suya. Lo que en él arguye mucha rectitud es el que nunca dejasen de nombrarle general como el más inteligente y más capaz, á pesar de la oposicion y resistencla que oponia; cuando Craso, que siempre se andaba presentando para aspirar al generalato, no tuvo la dicha de alcanzarle sino para la guerra servil; y eso por necesidad, á causa de estar ausentes Pompeyo, Metelo y los dos Lúculos: sin embargo de que aquella era la época de su mayor autoridad y poder: y es que, segun parece, áun sus más apasionados le reputaban, segun el cómico, Hombre útil y apto para todo Fuera del ejercicio de las armas:

cosa que no les estuvo bien á los Romanos, á quienes hicieron violencia su avaricia y su ambicion. Porque los Alenienses enviaron á la guerra contra su voluntad á Nicias; y Craso llevó forzados á los Romanos; viniendo por éste la república á grandes infortunios, y por la república aquél.