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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Sicilia. Halló las ciudades muy quebrantadas, y las trató con suma humanidad, á excepcion solamente de la de los Mamertinos de la Mesena: pues como recusasen su tribunal y su jurisdiccion, inhibidos, decian, por una ley antigua de Roma: «no cesareis, les respondió, de citarnos leyes, viendo que ceñimos espada?» Parece asimismo que insultó con poca humanidad a los infortunios de Carbon, pues si era preciso, como lo era quizá, el quitarle la vida, debió ser luego que se le prendió; y entonces la odiosidad recaeria sobre el que lo habia mandado; pero él hizo que le presentaran aprisionado á un ciudadano romano que habia sido tres veces cónsul; y colocándolo delante del tribunal, sentado en su escaño le condenó, con disgusto é incomodidad de cuantos lo presenciaron. Despues mandó que quitándosele de allí, le diesen muerte; y se dice que despues de retirado, cuando vio ya la espada levantada, pidió que te permitieran apartarse un poco y le dieran un breve instante para hacer cierta necesidad corporal.

Cayo Opio, amigo de César, refiere que Pompeyo se condujo igualmente con inhumanidad con Quinto Valerio: pues teniendo entendido que era hombre instruido como pocos, y muy dado al estudio, luego que se lo presentaron, le saludó, y se pusieron á pasear juntos; y cuando ya le hubo preguntado y aprendido de él lo que deseaba saber, dió órden á los ministros de que le llevaran de allí y le quitaran del medio; pero á Opio, cuando habla de los enemigos ó de los amigos de César, es necesario oirle con gran desconfianza; y en esta parte Pompeyo á los más ilustres entre los enemigos de Sila, que constaba públicamente haber sido presos, no pudo ménos de castigarlos; pero de los demas, pudiendo hacer otro tanto, disimuló con muchos que lograron mantenerse ocultos; y áun á algunos les dió puerta franca. Teniendo resuelto escarmenlar á la ciudad de los Himerios, que habia estado con los enemigos, pidió el orador Estenis permiso para hablarle, y le dijo que no