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POMPEYO.

ello, se encontró repentinamente con que él era quien estaba cercado; y como por tanto temia el moverse, tuvo que dejar arder la ciudad á su presencia y ante sus mismos ojos. Mas habiendo vencido junto á Valencia á Herenio y Perpena, generales que habian acudido á unirse con Sertorio y militaban con él, les mató más de diez mil hombres.

POMPEYO.

Engreido con este suceso, y deseoso de que Metelo no entrase á la parte en la victoria, se dió priesa á ir en busca del mismo Sertorio. Alcanzóle junto al rio Júcar al caer ya la tarde, y allí trabaron la batalla, temeroso de que sobreviniese Metelo: para pelear solo el uno, y el otro para pelear con uno solo. Fué indeciso y dudoso el término de aquel encuentro, porque venció alternativamente una de Jas alas de uno y otro; pero en cuanto á los generales llevó lo mejor Sertorio, porque puso en huida el ala que le estuvo opuesta. A Pompeyo le acometió desmontado un hombre alto de los de caballería; y habiendo venido ambos al suelo á un tiempo, al volver á la lid pararon en las manos de uno y otro los golpes de las espadas, aunque con suerte desigual, porque Pompeyo apénas fué lastimado, pero al otro le cortó la mano. Cargaron entónces muchos sobre él, estando ya en fuga sus tropas, y se salvó maravillosamente, por haber abandonado á los enemigos su caballo adornado magnificamente con jaeces de oro de mucho valor; porque enredados los enemigos en la particion y allercando sobre ella, le dieron lugar para huir. Á la mañana siguiente volvieron ambos á la batalla con ánimo de hacer que se declarase la victoria; pero como sobreviniese Metelo, se retiró Sertorio dispersando su ejército; porque este era su modo de retirarse, y luego volvia á reunirse la gente; de manera que muchas veces andaba errante Sertorio solo, y muchas vaces volvia á presentarse con ciento cincuenta mil hombres, á manera de torrente que repentinamente crece. Pompeyo, cuando despues de la batalla salió al encuentro á Metelo y estuvieron ya cerca, dió órden de