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Plutarco.—Las vidas paralelas.

que se le rindieran á éste las fasces, acatándole como preferente en honor; pero Metelo lo resistió, porque en todo se conducia perfectamente con él, no arrogándose superioridad alguna por consular y por más anciano. Solamente cuando acampaban juntos la señal se daba á todos por Metelo; pero por lo comun acampaban separados, contribuyendo á que tuvieran que estar distantes la calidad del enemigo, que usaba de diferentes artes; y siendo diestro en aparecerse repentinamente por muchos lados, obligaba á mudar tambien los géneros de combate; tanto, que por último, interceptándoles los víveres, saqueando y talando el país, y haciéndose dueño del mar, los arrojó de la parte de España que le estaba sujeta, precisándolos á refugiarse en otras provincias, por carecer absolutamente de provisiones.

Habia Pompeyo empleado y consumido la mayor parte de su caudal en aquella guerra; pedia por tanto fondos al Senado, diciendo que se retiraba á Italia con el ejército si no se le enviaban. Hallábase entónces de cónsul Lúculo; y aunque estaba mal con Pompeyo, y ambicionando para si la guerra Mitridática, puso calor en que se mandaran los fondos que reclamaba por temor de que se diera este pretexto á Pompeyo, que deseaba retirarse de la guerra de Sertorio, y tenía vuelto el ánimo á la de Mitridates, en que le parecia haber mayor gloria, y ser éste enemigo más domeñable. Muere en tanto Sertorio asesinado vilmente por sus amigos, de los cuales Perpena, que habia sido el principal autor de esta traicion, quiso seguir sus mismos planes, valiéndose de las mismas fuerzas y los mismos medios; pero sin igual capacidad para usar de ellos. Acudió, pues, al punto Pompeyo, y sabedor de que Perpena no obraba con la mayor seguridad, le presentó por cebo en la llanura diez cohortes con órden de que se dispersaran; y como aquél diese sobre ellas y las persiguiese, apareciéndose él con todas sus tropas, y trabando batalla, concluyó