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Plutarco.—Las vidas paralelas.

rado por sus grandes hechos: porque no es en Esparta reprensible el que los jóvenes se dejen dominar de este placer, sino que quieren que desde el princípio se sientan inflamados del deseo de gloria, entristeciéndose con las reprensiones, y engriéndose con las alabanzas; y al que lo ven impasible é inalterable en cuanto á estos sentimientosteniéndole por indiferente á la virtud y por desidioso, lo desprecian. Así lo que habia en él de ambicion y de emulacion le quedó de la educacion patria, sin que en ello pudiera atribuirse gran parte á la naturaleza. Fué, sí, por carácter más obsequiador de los poderosos, y más acomodado á sufrir el ceño de la autoridad, cuando lo exigia el caso, de lo que convenia á un Esparciata; lo que sin embargo dicen algunos ser una parte muy principal de la politica. Aristóteles, cuando dice que los grandes ingenios son melancólicos, como el de Sócrates, el de Platon y el de Hércules, refiere que Lisandro no cayó en este afecto desde luego, sino cuando ya era anciano. Lo propio y peculiar de su indole fué el que supo llevar con gran espiritu la pobreza, no siendo nunca dominado ni corrompido por los intereses: así es que con haber llenado su patria de riqueza y de la codicía de ella, no siendo ya admirada como antes de que no la tenía en admiracion, y haber introducido gran copia de oro y plata despues de la guerra de Alenas, no reservó para si ni una sola dracma. Enviándole Dionisio el Tirano para sus hijas unas túnicas de mucho precio, de las que se usaban en Sicilia, no las quiso recibir, temiendo, decia, que con ellas habian de parecer más feas. Con todo, de allí á poco, habiendo sido enviado por embajador de su ciudad cerca del mismo tirano, remitiéndole éste dos estoias para que escogiese y llevase á su hija la que más le agradara, respondió ser mejor que ella misma eligiese, y se marchó llevándoselas ambas.

Iba alargándose la guerra del Peloponeso, y despues de las derrotas de los Atenienses en Sicilia se preveia al prin-