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Plutarco.—Las vidas paralelas.

de Antonio, varon que habia alcanzado los honores del triunfo, en ocasion de ir al campo, y tuvo que rescatarse á costa de mucho dinero. Pero lo de mayor afrenta era que cautivado alguno, si decia que era Romano, y les daba el nombre, hacian como que se sobrecogian, y temblando se daban palmadas en los muslos, y se postraban ante él, diciéndole que perdonase. Creíalos, viéndolos consternados y reducidos á hacerle súplicas; pero luego unos le ponian los zapatos, otros le envolvian en la toga, para que no dejase de ser conocido, y habiéndole asi escarnecido y mofado por largo tiempo, echaban la escala al agua, y le decian que bajara, y se fuera contento; y al que se resistia le cogian y le sumergian en el mar.

Ocupaban con sus fuerzas todo el mar inferior; de manera que estaban cortados é interrumpidos enteramente la navegacion y el comercio. Esto fué lo que obligó á los Romanos, que se veian turbados en sus acopios y temian una gran carestía, á enviar á Pompeyo á limpiar el mar de piratas. Propuso al efecto Gabinio, uno de los más intimos amigos de Pompeyo, una ley, por la que se le conferia á éste, no el mando de la armada, sino una monarquía y un poder sin límites sobre todos los hombres, porque le autorizaba la ley para mandar en todo el mar dentro de las columnas de Hércules, y en todo el continente á cuatrocientos estadios del mar; la cual medida dejaba de com—prender muy pocos países de la tierra sujeta á los Romanos, y abarcaba por otra parte los de grandes naciones y poderosos reinos. Concediasele además de esto escoger entre los senadores quince en calidad de legados suyos, para mandar en las provincias; tomar del erario y de los cambistas cuanto dinero quisiese, y disponer de doscienlas naves, siendo árbitro para formar las listas de la tropa del ejército, de las tripulaciones, de las naves y de la gente de remo. Leido que fué este proyecto, el pueblo lo admitió con el mayor placer; pero á los más principales y podero-