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POMPEYO.

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447 En este tiempo juntó Pompeyo considerables fuerzas, de las cuales las de mar eran del todo irresistibles, porque tenía quinientos buques de guerra, y de trasportes y guarda—costas un número excesivo; en caballería habia reunido la flor de los Romanos é Italianos, hasta en número de siete mil hombres, superiores en riqueza, en linaje y en valor. La infanteria era colecticia; y necesitando de instruccion, la disciplinó de asiento en Berea, no ocioso por su parte, sino concurriendo á los ejercicios como si se hallase en la mis vigorosa juventud; pues era de gran peso para inspirar confianza el ver á Pompeyo Magno en la edad de cincuenta y ocho años maniobrar armado, ora con la infantería, y ora con la caballería, desenvainando la espada sin trabajo en medio del galope del caballo, y volverla á envainar con facilidad; y en tirar al blanco mostrar no sólo buen tino, sino tambien pujanza para lanzar los dardos á una distancia de la que pocos de los jóvenes podian pasar.

Habian acudido á él los reyes y los próceres de las naciones, y de Roma un número tal de los primeros personajes que parecia tener el Senado entero cerca de sí. Concurrió tambien Labeon, abandonando á César, de quien era amigo, y con quien habia hecho la guerra en las Galias, é igualmente Bruto, hijo de aquel á quien Pompeyo hizo perecer en la Galia, varon de elevado ánimo, y que nunca antes habia saludado ni áun dado la palabra á Pompeyo, por matador de su padre; pero al que se sometió entonces, mirándole como libertador de Roma. Ciceron, aunque en sus escritos y sus consejos habia manifestado diferente opinion, tuvo á ménos no ser del número de los que exponían la vida por la patria. Acudió, yendo hasta la Macedonia, asimismo Tidio Sexcio, varon sumamente anciano, y que habia perdido una pierna; al cual, miéntras los demas se reian y burlaban, corrió á abrazár Pompeyo, levantándose de su asiento, por creer que no podia haber para él testimonio más lisonjero que el que los imposibilitados por