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POMPEYO.

eido: «¿quién es, dijo, el que cumplido su bado reposa en esta tierra? ¡Quizá tú, continuó, oh Pompeyo Magno!» y habiendo desembarcado de allí á poco, le prendieron y dieron muerte. Así acabó Pompeyo. De allí á breve tiempo llegó César al Egipto, que se habia manchado con tales crímenes; y al que le presentó la cabeza de aquél, le tuvo por abominable, volviendo el rostro por no verle; presentáronle tambien el sello, y al tomarle lloró. Estaba en él grabado un leon con la espada en la mano. A Aquila y Potino les hizo dar muerte; y habiendo sido el Rey vencido en una batalla junto al rio, no se volvió á saber de él. A Teodoto el Sofista no le alcanzó la venganza de César, porque huyó del Egipto, andando errante y aborrecido de todos:

pero Marco Bruto, en el tiempo en que mandó despues de haber dado muerte á César, lé encontró en el Asia, y habiéndole hecho sufrir toda clase de tormentos, le quitó la vida.

Las cenizas de Pompeyo fueron entregadas á Cornelia, que llevándolas á Roma las depositó en el campo Albano.

TOMO III.

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