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Plutarco.—Las vidas paralelas.

de ningun modo desechara su disposicion á complacerle, sino que dijese y pidiese cuanto quisiera, porque en nada sería desatendido. Entonces Lisandro le salió al encuentro diciendo: «Pues que tal es, oh Ciro, tu buena voluntad, te pido y te exhorto á que añadas un óbolo al prest de los marineros, de manera que perciban cuatro óbolos en lugar de tres.» Complacido Ciro con esta honrosa peticion, le entregó diez mil daricos, con los que aventajando en el óbolo á los marineros, y mejorando su condicion, en poco tiempo dejó vacías las naves de los enemigos; porque el mayor número se iba al que daba más, y los que quedaban se volvian desidiosos é insubordinados, no dando sino disgustos á sus generales. Mas aun con baber dejado tan solos á los enemigos, y haberles hecho tantos males, huia receloso de um combate naval, temiendo á Alcibiades, que sobre ser hombre activo y tener mayores fuerzas, en cuantas batalas se habia encontrado hasta entonces por mar y por tierra en todas habia salido vencedor.

Sucedió á poco que haciendo Alcibiades viaje á Focea desde Samos, y dejando con el mando de la armada á Antioco, éste, como para insultar á Lisandro, se dirigió orgulloso con dos galeras al puerto de Efeso, pasando con arrogancia y con algazara y burla por delante de la escuadra; de lo que irritado Lisandro, desde luego no despachó sino unas cuantas galeras en su persecucion; pero viendo que los Atenienses le daban auxilio de su parte, envió luégo otras, y al fin vino á trabarse un combate naval, en el que venció Lisandro, y tomando quince galeras erigió un trofeo. El pueblo de la capital de Atenas, disgustado con este suceso, quitó el mando á Alcibiades, y como tambien los soldados que habia en Samos le denostasen é improperasen, se retiró del campamento al Quersoneso. No fué esta batalla en sí misma de grande entidad; pero la fortuna le dió nombradía por causa de Alcibiades. Lisandro de su parte hizo concurrir á Efeso de las otras ciudades á aque-