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Plutarco.—Las vidas paralelas.

entonces, haciendo frente en la Beocia á innumerables millares de hombres, y exponiendo su persona por la patria, erigió un trofeo; y con Mitridates que le daba auxilio y tropas contra sus enemigos, en nada cedió ní usó de blandura o de humanidad alguna, sino que ni siquiera le volvió la palabra ni le alargó la mano, antes de saber de él que se desistia del Asia, le entregaba las naves y admitía los reyes de Bitinia y Capadocia: hazaña la más gloriosa entre todas las de Sila, y conducida con la mayor prudencia, pues que antepuso el interes público al particular, y como los perros de casta no solló el bocado y la presa hasta que el rival se dió por vencido, y entonces volvió el ánimo á vengar sus particulares ofensas. Tambien conduce para el juicio y comparacion de sus costumbres lo ejecutado con Alenas; pues Sila, habiendo tomado una ciudad que le había hecho la guerra en defensa del poder y mando de Mitridates, le dejó la libertad y la independencia; y Lisandro no sólo no tuvo compasion alguna de ella en consideracion al gran poder y dignidad de que había decaide, sino que destruyendo la democracia, la entregó á los tiranos más crueles é injustos. Veamos, por fin, si no nos acercaremos a la verdad todo lo posible manifestando que Sila alcanzó más trofeos, pero Lisandro tuvo ménos defectos, y atribuyendo al uno la palma de la templanza y la moderacion, y al otro la del valor y la pericia militar.