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Timoleon.

cusa y él quedaria de tirano; y temiendo no fuera que si llegasen antes las tropas y el general de Corinto descompusieran sus planes, dirigió á los de Corinto una carta, en que les decía no haber necesidad de que se incomodaran é hicieran gastos navegando á Sicilia y corriendo peligros, puesto que los Cartagineses se oponian y harian resistencia á sus fuerzas con gran número de naves, y él por su tardanza se babia visto en la precision de hacer con aquellos alianza contra el tirano. Leida esta carta, si ántes habia habido entre los Corintios algunos que mirasen con frialdad la expedicion, entonces el enojo contra Iquetes los acaloró a todos, de manera que con el mayor empeño habilitaron á Timoleon, y le ayudaron á realizar el embarque.

Prontas ya las naves y provistos los soldados de cuanto uecesitaban, parecióles á las sacerdotisas de Proserpina haber visto entre sueños que las Diosas se disponian para una romería, y haberles oido decir que se proponian acompañar á Timoleon á Sicilia, por lo cual, aparejando los Corintios una nave sagrada, la llamaron la de las dos Diosas. Mas Timoleon pasó á Delfos, donde hizo sacrificio al Dios, y cuando bajaba al lugar de los oráculos ocurrió un prodigio: porque desprendiéndose y volándose de entre las presentallas que allí estaban suspendidas una venda, en que habia bordadas coronas y victorias, vino á caer sobre la cabeza de Timoleon, como dando á entender que era enviado á la expedicion coronado por la mano del Dios. Teniendo, pues, siete naves corintias, dos de Corfú, y dando los Leucadios la décima nave, con ellas dió la vela; y hallándose á la noche en alta mar llevado de favorable viento, pareció que de repente se rasgó el cielo, enviando sobre la nave una gran columna de fuego resplandeciente, y que alzada en alto una antorcha semejante á las de los misterios, y siguiendo el mismo curso, vino á fijarse en el punto de Italia hácia el que dirigian el rumbo