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Plutarco.—Las vidas paralelas.

embargo de ser hombre de valor para los combates y distinguido por su arrojo, no alcanzó compasion por una expresion injuriosa contra los Corintios, de la que era acusado; porque se referia que cuando los Corintios movieron contra ellos, arengando á los Leontinos, les habia dicho que nada habia que debiera causar miedo ó espanto en que Hubieran las mujeres de Corinto Salido ó no salido de sus casas.

Así es que los más sufrimos peor las malas palabras que las malas obras; porque es más dificil de llevar el desprecio que la pérdida; y el vengarse con obras se permite como necesario á los enemigos; pero los dichos injuriosos parece que nacen de sobrado rencor y sobrada malicia.

Vuelto Timoleon, los Siracusanos, formados en junta pública para este juicio, condenaron á muerte á la mujer é hijas de Iquetes; siendo éste de todos los hechos de Timoleon el que ménos favor le hace, pues parece que si lo hubiera querido impedir, no se habría impuesto tal pena á aquellas mujeres. Mas se cree que no se mezcló en ello, abandonándolas al encono de los ciudadanos, que tomaban en ellas venganza por Dion el que expelió á Dionisio; porque fué Iquetes el que arrojó vivos al mar á la mujer de Dion Areta, á su hermana Aristomaca y á su hijo todavia pequeño; de lo que hemos hablado en la vida de Dion.

Marchando despues de esto con su ejército á Catana contra Mamerco, que le aguardó en órden de batalla junto el arroyo Abolo, le venció y derrotó con muerte de unos dos mil; de los cuales eran no pequeña parte los Fenicios enviados de auxilio por Giscon. De resulta de esto le pidieron los Cartagineses la paz, y se vino en ella con las condiciones de quedar á Siracusa todo el terreno dentro del rio Lico; que serian libres todos los que quisiesen de