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Plutarco.—Las vidas paralelas.

dos á una sola obra y á un solo arte, que era el de hacer siempre la guerra, y vencer á sus contendores. Luego, pués, que llegaron á acamparse cerca de Medica, mezclados con los soldados del Rey aquellos hombres altos en su estatura, ágiles en los ejercicios del cuerpo, altivos y vanagloriosos en sus amenazas contra los enemigos, infundieron á los Macedonios la opinion y confianza de que los Romanos no los aguardarian, sino que se asustarian al ver sus semblantes y movimientos extraños y espantosos.

Despues que Perseo habia dispuesto así los ánimos, y llenándolos de tamañas esperanzas, cuando le pidieron mil aureos por cada uno de los capitanes, irresoluto y fuera de tino con la demanda de tanto dinero, por codicia desechó y abandonó el socorro que se le ofrecia, como si fuera mayordomo, y no enemigo de los Romanos, y como si hubiera de dar una cuenta exacta de los gastos de la guerra á aquellos con quienes combatia; cuando éstos le mostraban lo que habia de hacer, con tener, como tenían, sobre todo el demas repuesto, cien mil hombres reunidos y prontos para lo que fuera menester; mas él, teniendo que contrarestar tales fuerzas y tal guerra, en la que era inmenso lo que habia de expendersc, andaba midiendo y escaseando el dinero, temiendo tocarle como si fuese ajeno; y esto lo hacía no uno que venta de los Lidios o de los Fenicios, sino uno que remedaba por el linaje la virtud de Alejandro y de Filipo; los cuales con pensar que los sucesos se habian de comprar con el dinero, y no el dinero con los sucesos, alcanzaron cuanto se propusicron; pues se decia que no era Filipo quien tomaba las ciudades de los Griegos, sino el oro de Filipo; y Alejandro, al emprender la expedicion de la India, viendo que los Macedonics arrastraban con trabajo el gran botin que tomaron á los Persas, lo primero que hizo fué poner fuego á sus carros, y despues persuadió á los demas que hicieran otro tanto, para marchar ágiles á la guerra, como desembarazados de un