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Plutarco.—Las vidas paralelas.

en lo recio de la pelea. Con esta incertidumbre daba extremadas muestras de dolor, lo que sentido por todo el ejércilo, se pusieron en movimiento dejando los ranchos, y empezaron a marchar con luces unos á la tienda de Emilio y otros á buscarie delante del campamento entre los primeros cadáveres. Fué sumo el disgusto del ejército y el ruido que se movió por aquella llanura llamando todos á Escipion; porque a todos les pareció desde el principio á propósito para el mando y el gobierno. y moderado en sus costumbres tanto como el que más de sus deados. Era ya muy tarde, y casi se habia perdido toda esperanza, cuando se le vio retirarse del alcance con dos ó tres de sus amigos, lleno todavía de sangre de los contrarios, porque como cachorro de generosa raza se babia ido muy adelanle, entusiasmado desmedidamente con el gozo de la victoria. Este es aquel Escipion que más adelante destruyó á Cartago y Numancia, y fué con mucha ventaja el primero por su virtud y el de mayor poder entre los Romanos de su edad. Dilatóle á Emilio la fortuna para otro tiempo el acíbar de este triunfo, dándole entonces llenamente el sabroso placer de la victoria.

Perseo marchó huyendo de Pidna á Pela, habiéndose salvado de la batalla casi todos los de á caballo; mas como los alcanzase la infantería, empezólos á depostar por cobardes y traidores, derribándolos de los caballos y dándoles de golpes; por lo que, temeroso de aquel alboroto, sacó el caballo del camino, y quitándose la ropa de púrpura para no ser conocido, la puso en la grupa, y la diadema la tomó en las manos; y habiendo hablado á sus amigos sin parar de andar, echó pié á tierra, y tomó el caballo del diestro. De aquellos uno empezó á fingir que se aseguraba el zapato que se le habia desatado; oiro que daba dé beber al caballo; otro que tenía sed, y yéndole dejando de esta manera, á toda priesa lo abandonaron, no tanto por temor de los enemigos, como de su crueldad. Agitado con